Tenso resulta el ambiente para el gobierno de Gustavo Francisco Petro Urrego que tiene divergencias, claras y evidentes, con diversos sectores del entramado social, pelea directa que ha casado con los medios de comunicación y la prensa en general, exalta brotes de censura que son supremamente graves para una democracia. Desconexión de su mandatario con lo que ocurre al interior del país llama a preocuparse porque no puede ser más importante el conflicto exterior que la hoguera que arde al interior de la nación, desbordada violencia con índices de secuestro al alza llama a poner los puntos sobre las íes y que el gobierno replantea su estrategia de paz total. Apoyo irrestricto que se ofrece a los delincuentes desborda la tranquilidad, y trasgrede la seguridad democrática de los colombianos, en pro de la implementación de un progresismo socialista que ya tiene a Colombia al borde del precipicio, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «Desconexión ¡Total!» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio cada día, en cada acción, en todo pronunciamiento, Gustavo Francisco Petro Urrego deja en evidencia que está ido, desenfocado frente a la realidad que circunda el territorio nacional. Ataque que ahora emprende contra los medios y el periodismo solo tiene una base, tratar de desviar la atención del caos que tiene en el gobierno. Totalmente claro ha quedado que la llamada Colombia profunda fue ilusionada con un apuesta política de cambio que, paso a paso, se autodestruye en manos de la izquierda. Declaraciones de su vicepresidenta, Francia Elena Márquez Mina, a la Revista Cambio dejó en evidencia que fueron muchos los líderes sociales y activistas que se quedaron, vestidos y alborotados, esperando vivir sabrosito.
Lo capitalizado por el Pacto Histórico con el estallido social, que incendió el país desde 2019, perdió la esencia de lo que era, el esfuerzo y sacrificio de muchos en las calles se desvanece ante la corrupción e incongruencias que acompañan a su mandatario y el equipo de gobierno. Las promesas que se hicieron en campaña se quedaron en el aire, ofrecimientos que difícilmente se podrán cumplir en la agenda de una administración arribista que cada vez se queda más sola, y con menor músculo político en el legislativo. Los resultados del cambio lejos están de llegar a los territorios y reivindicar las deudas ancestrales que se dice tener con “los nadies”. Exaltación que se hizo a la violencia, y los agentes al margen de la ley, está desplazando a los colombianos víctimas de las masacres, el boleteo y el secuestro.