En la mesa y en el juego se conoce al caballero, adagio popular que traído al escenario político llama a mirar el candidato en campaña, la ideología que expreso, el discurso que llevó al electorado para ser favorecido con el voto popular. Acuerdos programáticos que se tendieron con los distintos sectores que hoy hacen gobierno devela un interés, un entorno para dar gobernabilidad a una propuesta política que desprende múltiples simbologías en lo que ocurrió el domingo en el cambio de mando presidencial. Espada de Bolívar, el que María José Pizarro imponga la banda presidencia, denota un grito de victoria por parte del antiguo M-19, grupo subversivo que firmó la paz y se desmovilizó en los años 90, pero continuó con la senda política que hoy los lleva a ejercer el poder en la presidencia de la República, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en Pulzo.com que esta semana tituló «Simbolismo ideológico» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio el primer desatino, de tantos que se vendrán, en este gobierno fue la apuesta política y social de materializar el resurgir victorioso del M-19 conquistando el poder. Hechos que se propiciaron el 7 de agosto, en la Plaza de Bolívar, en el marco de la posesión de su presidente, Gustavo Francisco Petro Urrego, están cargados de significado trágico para la nación, pero por desconocimiento, Alzheimer o memoria selectiva, de los militantes de la izquierda se quieren magnificar, invisibilizando lo que hay detrás de ellos. Imposición de la banda presidencial por parte de María José Pizarro, antes que un gesto de grandeza política de Roy Barreras, es la astuta jugada, de un zorro estratega, que logra pasar desapercibida en un país sin memoria en donde, desde el adoctrinamiento educativo, se hace creer que el M-19 fue un grupo guerrillero de niños universitarios, amantes de la justicia y que solo hacían trabajo social.
La historia, que no se puede borrar, señala que Carlos Pizarro Leongómez antes que un mártir político, como lo quieren hacer ver por interpuesta persona en su hija, fue un líder guerrillero que tiene en su haber la barbaridad, el sufrimiento y la violencia que condujeron a la muerte de miles de colombianos. Mensaje entre líneas que se tejió alrededor del cambio de mando presidencial colombiano revive los duros golpes que propició el M-19 a la institucionalidad, y asombraron al mundo: el robo de armas al Cantón Norte, la toma de la embajada de la República Dominicana, el hundimiento del barco El Karina, el secuestro al avión de Aeropesca, la Batalla de Yarumales, la Toma del Palacio de Justicia, los nexos con los carteles de la droga, por solo mencionar algunos.