Para lograr la unidad es indispensable que los colombianos se abstengan de entrar en confrontaciones ideológicas. Ahora es necesario dejar de lado los derechos constitucionales que alimentan el odio y las rencillas entre los extremos políticos. Los actores del conflicto armado, que actualmente se presentan como víctimas, y quienes por apatía se sienten coartados en su libertad de acción y movimiento, deben superar el ambiente hostil de miedo y censura que rodea la protesta social. Es imprescindible atender los llamados del colectivo nacional para el establecimiento de un compromiso político con Colombia que facilite la reconstrucción del núcleo social colombiano. En lugar de pedir la renuncia de su presidente, independientemente de su competencia, es a través del proceso democrático de votar y elegir que se puede hacer frente a los problemas de desfinanciación del Estado, la corrupción y los numerosos desafíos que enfrenta la sociedad colombiana. Solo si se reconoce la historia y el impacto del conflicto más antiguo del continente, se podrá superar los obstáculos que hoy vive Colombia. Es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «Inconformismo a la calle» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio a Gustavo Francisco Petro Urrego y su séquito de aduladores, hoy más que nunca, les queda claro que en la vida se cumplen todos los plazos y se pagan todas las deudas. La narrativa que surgió tras los acontecimientos de noviembre de 2019 se ha convertido hoy en una realidad tangible en Colombia. El ascenso de la izquierda al poder engendró inicialmente una sensación de optimismo entre las clases populares, que fueron incondicionales en su apoyo y ahora son testigos de la falta de atención a sus necesidades. El Pacto Histórico será recordado como una fuerza política que no supo gobernar eficazmente el país. La compleja situación social que en 2019 llevó a protestas en las calles y planteó serios cuestionamientos al statu quo del establecimiento gubernamental, se revierte y estalla en las manos de Gustavo Francisco Petro Urrego y los agentes de la izquierda.
La fragmentación de intereses al interior de la coalición de gobierno ha sacado a la luz una agenda privada de su mandatario que exalta el descontento con un gobierno que no se alineó con la confianza depositada en él para atender la reforma a la salud, la transformación pensional y laboral, la limitación de recursos para la educación, el asesinato de indígenas y líderes sociales, entre otros factores. La incapacidad de gestión de su presidente está repercutiendo negativamente en la nación, como resultado de muchos años de desatención a la demanda popular de una distribución equitativa y justa de las cargas sociales. Parece que los únicos que han avanzado algo en esta fase de cambio son los que prometieron vivir «sabrosito».