El estallido social que llevó a Gustavo Francisco Petro Urrego a la presidencia ha sido decepcionante a los dos años de gobierno, y la propuesta de acuerdo nacional se ha quedado en proyecto. Las reformas propuestas para hacer frente a la profunda crisis social no fueron aprobadas debido a errores técnicos y de procedimiento en la legislatura. La clase obrera, los movimientos sociales y las masas cometieron un error de cálculo al dejarlo todo en manos de los políticos del Pacto Histórico. El deseo de transformación, que ahora pretende establecer una Asamblea Nacional Constituyente, se confía al nuevo gabinete ministerial. La política será llegar a un acuerdo independientemente del resultado de las reformas, con el objetivo de hacer enmiendas que se alineen con las aspiraciones de millones de personas que aún tienen esperanzas en su mandatario, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «La ruta del cambio» y amplía en el podcast «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio el reacomodo del equipo político que acompañará a su presidente en su tercer año de gobierno es indicativo de una alianza entre la izquierda, el «santismo» y las fuerzas ideológicas que impusieron a Colombia el acuerdo de La Habana. Hoja de ruta de una maquiavélica convergencia de intereses que ayudará a desconocer los resultados de una consulta al pueblo en las urnas. Cada vez es más evidente que Gustavo Francisco Petro Urrego intenta imponer su ideología progresista en colaboración con cuestionables nombres de la casta política colombiana. Paso a paso se está tejiendo una estrategia que no pasa de ser un intento por compensar el impacto negativo que su liderazgo ha tenido en el electorado. La agenda política de la nación indica que se está conformando una coalición como punto de inflexión para reposicionar el camino de la izquierda, disipar las tendencias extremistas y presentarse como una opción que se inclina hacia el centroizquierda.

El progresismo socialista está inmerso en un proceso de reagrupación ideológica con el objetivo de recuperar las mayorías que ya ha perdido. La retórica anti-constituyente, que ahora se quiere vender, recuerda a las tácticas verbales empleadas por los «santistas», para desconocer el plebiscito del 2 de octubre de 2016 e imponer su santa voluntad. La estrategia de desprestigiar y ocultar la verdad parece ser el punto en común entre dos individuos de considerable ego, Juan Manuel Santos Calderón y su dignatario. El apoyo de Ernesto Samper Pizano a las políticas del gobierno de Petro Urrego tiene el potencial de crear un ambiente de polarización, falsedad y traición. A esto se suman los vínculos y tentáculos que se han expandido con la incómoda presencia de Juan Fernando Cristo Bustos, Roy Leonardo Barreras Montealegre, Armando Alberto Benedetti Villaneda, Hernando Alfonso Prada Gil, Jaime Dussán Calderón y Guillermo Rivera Flórez, entre otros, miembros de los «santistas», que hacen parte del gobierno del cambio.

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