Las motivaciones detrás de las acciones de Gustavo Francisco Petro Urrego siguen siendo objeto de especulación. Es desconcertante que, en lugar de apoyar a Colombia, su mandatario parezca estar socavando las relaciones internacionales y las operaciones de las Fuerzas Armadas. La atomización de la seguridad nacional representa una coyuntura crítica para el gobierno del cambio. El comportamiento de su dignatario, caracterizado por delirios y paranoia, ha persistido desde su ascenso al poder, y continúa impactando negativamente el funcionamiento del gobierno. Mientras comienza la carrera electoral hacia el 2026 y Estados Unidos amenaza con revocar las visas a los aliados de la izquierda, el progresismo se encuentra cada vez más aislado y parece abandonado. La destrucción de Colombia es el objetivo de un individuo que se enorgullece de su afiliación al M-19 y es cómplice de grupos al margen de la ley y de quienes puedan ayudarle a mantenerse en el poder o a favorecer a su candidato en el proceso electoral. Es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana titulo «Dignidad progresista» y amplía en el podcasts «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio quien se considera impoluto y procede a pronunciar apasionadas retóricas sobre el tema de la dignidad, engañando efectivamente a quienes no están al tanto de la situación, no es más que un ideólogo beligerante y militante de la extrema izquierda que, en realidad, no está en absoluto inclinada con los intereses de las clases populares. Se naturaliza la defensa a ultranza del crimen y la guerrilla mientras el progresismo colombiano hunde al pueblo en la pobreza. El capitalismo ostentoso que se ha observado florecer alrededor de su presidente, su familia y su círculo íntimo, ha sido identificado como un factor significativo en la erosión de la confianza pública y la credibilidad socialista en la nación. En el contexto de una crisis económica y un déficit fiscal de considerables proporciones, parece ilógico que Gustavo Francisco Petro Urrego destine importantes recursos para repatriar a migrantes ilegales que han optado por violar la ley de los Estados Unidos.

La dignidad populista de su mandatario se sustenta en la movilización masiva de personas a Colombia para que salgan a las calles a defender una propuesta política de izquierda que engaña a los incautos haciéndoles creer que sacará a la nación del atolladero en que la ha sumido. Son censurables los recursos gastados por una corriente que se dedica a hacer payasadas, que quieren pasar de bajo perfil, como un concierto de la esperanza que cuesta a los colombianos miles de millones, mientras sigue infligiendo perjuicios a la salud, al bienestar, a la seguridad y todo lo que está por venir. La situación actual en Colombia es la consecuencia de estar en manos del ego de un resentido que propaga una dignidad populista que en nada se alinea con la inmensa mayoría de los colombianos.

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