Reformas propuestas por el gobierno del cambio atomizan el ambiente social colombiano, incapacidad para gestionar las políticas en el legislativo llevan a que el ejecutivo ahora apueste por pagar a las células urbanas, y criminales de trayectoria, para que dejen de delinquir y apoyen la intimidación que conduzca al respaldo a favor de la izquierda. Transformación social, que se quiere llevar en favor de los “nadies”, siembra serias dudas por lo que está por venir con un decreto que apuesta por secundar y patrocinar la movilización campesina y legalizar la expropiación de tierras. Implantación del socialismo del siglo XXI que tanto se advirtió camina a pasos agigantados en Colombia y ahuyenta la inversión extranjera y la promoción del turismo que ahora quieren vender a Colombia como el país de la belleza, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «El país de la belleza» y amplía en el podcast «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio loable apuesta narrativa que construye el gobierno del cambio, para incentivar el turismo e impulsar la inversión extranjera, se contrapone a la realidad que se teje en el entramado social colombiano. Ausencia de mano dura contra los criminales, primeras líneas, y gestores de paz, atiza la violencia, la inseguridad y la inestabilidad. Pésimo precedente de resistencia a las normas, que se ha sembrado en Colombia, delinea un clima de tensiones donde las vías de hecho son la respuesta a la carencia de argumentos. Opción que toman algunos reductos poblacionales para lograr un objetivo, más que una rebeldía a la fijación de límites es la materialización de una violencia que se toma cada uno de los rincones de la geografía nacional.

Intimidación que propaga el culto al miedo desdibuja un clima de seguridad que debería ser estandarte para atraer capitales, y vender los sitios turísticos del país como una opción vacacional. Intransigencia, que acompaña a una ideología de progresismo socialista, es la que impide que los colombianos lleguen a un acuerdo tácito de convivencia distante de la híper-simplificación de un problema que va mucho más allá del sicariato, el secuestro, el boleteo, las vacunas, la intimidación y el robo que se ejerce a diario en las zonas urbanas y rurales de la nación. Ausencia de autoridad, que envalentona a los actores al margen de la ley, escudados en un falso inconformismo ciudadano, trae consigo un costo político para el gobierno de izquierda en Colombia.

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