Ataque certero, autoinmolación, que se comienza a propinar el gobierno progresista con la propuesta constituyente de Gustavo Francisco Petro Urrego abre serias fisuras en la coalición de izquierda. Contradicciones de su presidente, tratando de explicar lo inexplicable, son una prueba más del talante que caracteriza al Sensey de los humanos. De cara a los colombianos ha quedado en evidencia la incongruencia pública de quien dice lucha contra la corrupción e injusticias, pero acepta que en su gobierno hay personajes de dudosa y pésima reputación. El Pacto Histórico materializa, en su actuar político, los males que antes señalaba en sus adversarios, podredumbre que se niega a reconocer como propia e intenta minimizar, o justificar, victimizándose y hablando de entrampamientos por parte de las fuerzas opositoras. El populismo sustentado en un cambio ideal, difícilmente se constituirá en realidad, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión que esta semana tituló «Embeleco progresista» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio el principio del fin de la democracia, en Colombia, parece se está gestando al interior del gobierno del cambio. Perfecta cortina de humo, para acallar los escándalos, son las declaraciones del ex-canciller Álvaro Leyva Durán que delinean cuál es el golpe blando que Gustavo Francisco Petro Urrego va a propinar al pueblo colombiano. Constituyente, referéndum, consulta popular, cabildo abierto, iniciativa legislativa, son los derroteros previstos en el artículo 103 de la Constitución para dar el paso del cambio, una reforma peligrosa que quieren vender como transformación necesaria. El escenario llama a actuar, y exigir a los entes de control y autoridades competentes, prestar atención a lo que se teje para el corto plazo. Gustavo Francisco Petro Urrego, y su corte de aduladores, tienen claro que el respaldo en las urnas se perdió, el brazo político es cada vez más estrecho, y por ello poco y nada conseguirán desde la democracia.
La coyuntura política, económica y social, por la que atraviesa el gobierno, exalta la necesidad que tiene el Pacto Histórico de optar por una figura mítica que abra paso al proceso constituyente desde el acuerdo de paz, misión que le encargó su mandatario a Álvaro Leyva Durán ahora que ya no está al frente de las relaciones internacionales. El método escogido por su presidente, los militantes de la izquierda y las fuerzas aliadas, tiende a acabar con la estabilidad democrática de los colombianos, extrapolar los casos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, así como atomizar las libertades del ciudadano. Complejo resulta abrir las puertas, y aceptar la dictadura, desde los anhelos narcisistas y ególatras de Gustavo Francisco Petro Urrego.