La situación en Colombia es tal que la confrontación social es máxima, con profundos desacuerdos al margen de ciertas normas. Este desacuerdo se traslada a las redes sociales, creando un escenario de conversación, participación e interacción. En este entorno, la violencia se expresa a través de la palabra, reflejando las divisiones sociales y poniendo de manifiesto la necesidad de introspección y de aprender de la historia. Hay una radicalización de las posiciones y desacuerdos entre los actores de un país que no encuentra la manera de dejar atrás la intimidación de décadas. Esta situación actual, caracterizada por la presencia de individuos que han recurrido a la violencia y han perjudicado a la sociedad, es un testimonio de los retos a los que se enfrenta Colombia a la hora de abordar sus problemas políticos y sociales. Es hora de dejar a un lado cualquier pretensión de neutralidad y reconocer las violaciones sociales, medioambientales y de los derechos humanos perpetradas por quienes ahora se proclaman defensores de estos mismos valores. La Historia no debe tergiversarse; debe enseñarse en su integridad. Cuando se debaten los acontecimientos, es esencial presentar todas las perspectivas, no sólo las que se alinean con las agendas personales. Es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «Política del cambio» y amplía en el podcast «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio el escenario social colombiano se ve amenazado por un peligroso entorno de cortinas de humo. La izquierda, en ejercicio del poder, se enfrasca en una carrera política que busca eclipsar la incoherencia de Gustavo Francisco Petro Urrego y la forma lamentable y poco profesional como arremete contra quienes se atreven a expresar una visión diferente sobre los temas de actualidad de la nación. La postura ideológica extrema de su mandatario es un tema recurrente en sus acciones cotidianas, caracterizadas por un sentimiento de persecución y resentimiento. La desproporcionada respuesta de Gustavo Francisco Petro Urrego a la propuesta de la ANDI de aumentar en 16,9% la Unidad de Pago por Capitación (UPC) para 2025 es indicativa de una intención estratégica de estigmatizar las ideas divergentes y politizar el debate. A medida que pasa el tiempo, es cada vez más evidente que hay muy pocas personas de la izquierda que puedan enfrentarse a sus colegas, compañeros y el país con transparencia.

Los recortes presupuestales del gobierno, el desvío de recursos del erario y la imposición de nuevos impuestos están erosionando las ganas de seguir trabajando y de esperar el fin del socialismo del siglo XXI, lo cual está teniendo un efecto nefasto en Colombia. La táctica del triunfo mediante el aplastamiento del adversario engendra un sentimiento de orgullo y arrogancia entre un grupo de simpatizantes que se jactan de ser testigos de los ataques a los opositores, la destrucción de las libertades y el aniquilamiento del aparato productivo colombiano. El odio ciego que expresan hacia cualquiera que se atreva a pensar de forma diferente, y hacia las instituciones democráticas, es el fundamento de la base discursiva que ahora se infiltra en las plataformas digitales y en las reuniones sociales. La figura de inmunidad que quiere ostentar su presidente crea un ambiente que mina la confianza en las posibilidades de un cambio en la administración pública. Su presidente siempre ve fantasmas porque él sufre de paranoia.

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