Jugadas maestras que se delinean desde el Pacto Histórico y sus aliados no han salido como se esperaba por parte de su presidente, Gustavo Francisco Petro Urrego, cortina de humo que se quiso tender con la llegada de Aida Merlano fue el reflejo del desespero por tapar el escándalo del hijo y el hermano de su mandatario. Entrevista en la Revista Cambio, antes que minimizar el impacto de la situación, develó que se está al frente de un sujeto capaz de negar lo imposible para limpiar su imagen y dejar en la picota pública a quien bien le sirvió en un momento determinado. Estrecho margen de gobernabilidad se cierra frente a las salidas en falso de una administración que desde el activismo ideológico quiere imponer un cambio sin pensar en las consecuencias que ello trae para el colectivo ciudadano, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de AlPoniente.com que esta semana titulo «País a la deriva» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio flexibilidad de la línea ética que exhiben su presidente, los militantes y seguidores del Pacto Histórico por Colombia, denota que en el país se desdibujó el concepto de la moral y las buenas costumbres. Cualidades básicas del ser humano son las que han brillado por su ausencia en la figura de su mandatario, y la forma como ha afrontado los temas coyunturales en los últimos días. Pésima hoja de ruta tiene Colombia de la mano de quien funge como dueño de la verdad, pero en el fondo es un personaje carente de dignidad, ética, valores y principios. Esfuerzo por implantar una macro-cultura del poder, por el cambio, está estandarizando como norma de comportamiento, en el ADN del colectivo ciudadano, la podredumbre que circunda en el micro-círculo de acción de un ególatra dirigente que se lleva por delante a quien sea para acomodar su ajedrez político.
Vanidad caudillista de su presidente es atomizada por las evidencias que sacan a flote que está dispuesto a llegar hasta donde sea para conseguir lo que se ha propuesto. Labor social para vivir sabrosito, que tanto se planteaba desde el Pacto Histórico, se desvanece ante el egocentrismo de un Sensei que cree que su criterio es superior al de los demás. Materialización del objetivo ideológico de la izquierda con su llegada al poder, consciencia social frente a la ruina y desolación que se materializaron en la protesta ciudadana y se circunscribe en la desesperanza de las clases menos favorecidas, sucumbe ante una apuesta política que ha sido incapaz de explicar: el dinero en bolsas, maletines, o incautado en aeropuertos; los acuerdos de perdón social pactados en las cárceles; los vínculos con clanes en la costa norte colombiana; los planes de desprestigio quemando rivales; la incitación al estallido social e insurrección si los resultados en las urnas no los favorecían; y la estigmatización que se infundo contra los periodistas colombianos.