La retórica diaria de Gustavo Francisco Petro Urrego se caracteriza por una animosidad y hostilidad omnipresentes dirigidas contra periodistas, opositores políticos y líderes empresariales. Su mandatario es una figura que muestra una proclividad al engrandecimiento propio, una excesiva prepotencia y una inclinación por la manipulación, el engaño y la malevolencia. Su afinidad y simpatía con los criminales y las dictaduras sólo cuentan con el respaldo de los influenciadores de las redes sociales. El Gobierno de izquierda no consigue inspirar confianza a los inversores en Colombia. Su legado será de inseguridad. Es importante que Colombia reconozca que todas las formas de actividad criminal son inaceptables. No es factible seguir proporcionando beneficios a quienes se dedican a actividades violentas. Es imperativo que quienes han recurrido al bandidaje sean encarcelados. El hecho de que quien anteriormente militó en el M-19 sea ahora el máximo comandante de las fuerzas armadas y tenga la audacia de designar como adversarios a quienes, como profesionales dedicados, sostienen opiniones y acciones opuestas a su enfoque y acciones de confrontación, constituye una situación desafiante. Esto es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «Destrucción progresista» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio no es posible que la resiliencia ciudadana compense el importante número de incidentes críticos que se producen a diario bajo la administración de Gustavo Francisco Petro Urrego. Colombia, como muchas otras regiones del mundo, parece haber sucumbido a una forma de socialismo que ha dado lugar a una inercia social colectiva, una falta de empatía y un sentimiento general de apatía. La situación en Venezuela debe servir de llamado de atención a los colombianos. Si no se aborda la actual trayectoria del gobierno del cambio, conducirá inevitablemente a un desenlace similar al que ya vive el pueblo patriota. La aplicación de políticas socialistas durante los últimos 23 años ha provocado un aumento significativo de los niveles de pobreza en la nación vecina. Esto ha creado un entorno desfavorable que ha provocado que millones de personas abandonen su país de origen. La espiral de inestabilidad política y social, unida a una inflación descontrolada, ha provocado una notable disminución del poder adquisitivo de la población.
Esto ha llevado a una reducción del PIB de una de las economías más estables y prósperas de América Latina a un nivel comparable al de 1970. Es un hecho ampliamente reconocido que existen importantes desafíos a los que se enfrentan los valores democráticos en el sur del continente americano. Cada vez es más evidente que hay menos países en esta región que puedan considerarse plenamente democráticos, dado el auge de los gobiernos autoritarios dirigidos por la izquierda. Las dictaduras que ya se están consolidando en la región y las que van camino de hacerse explícitas, como la de Colombia, preocupan a la comunidad internacional, que ve limitada su capacidad para influir en ellas y hacer frente a las continuas violaciones de los derechos humanos. Países como Cuba, Nicaragua y Venezuela ya han experimentado una pérdida de libertad como consecuencia de regímenes socialistas que se vendieron como progresistas y llegaron al poder por medios democráticos.