El reto para Colombia ha sido establecer una visión para su futuro basada en los ideales utópicos de Gustavo Francisco Petro Urrego. La propuesta ideológica de la izquierda para el país se ha visto afectada negativamente por la falta de comprensión del pasado y de la realidad actual. El actual ambiente de negocios en Colombia se caracteriza por un clima de persecución y alta tributación, que está disuadiendo la inversión y llevando al 60% de los empresarios locales a considerar la posibilidad de abandonar el país. El uso de las instituciones como medio de policía política se está haciendo evidente en las actuaciones de un régimen que se ha marcado como objetivo infundir miedo para eludir el control de sus actuaciones en el poder. La inoperancia actual sugiere un futuro inmediato, turbio e incierto. Sin embargo, se prevé que los próximos dos años serán difíciles, pero a partir de 2026 con un cambio acertado se vislumbra un panorama más brillante y prometedor. Es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «La agenda del cambio» y amplía en el podcast «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio el pasado es una entidad conocida, el presente está envuelto en un caos tenebroso y el futuro es igualmente incierto. El gobierno de Gustavo Francisco Petro Urrego ha estado marcado por casos de corrupción, despilfarro e ineficiencia. Quienes esperaban un cambio fueron presa de la seducción de una corriente política que capitalizó las necesidades del pueblo para avanzar en el progresismo socialista, sujetos que han cometido un grave error de cálculo. Existe una percepción creciente en Colombia de que muchos individuos de la izquierda se presentan a sí mismos como personas de altos estándares morales, sin embargo, sus acciones a menudo parecen ser inconsistentes con estas afirmaciones. Es desconcertante que los representantes del progresismo socialista colombiano, desde sus bodegas digitales, cuestionen lo superfluo y no las fallas fundamentales de sus militantes que cada vez son más evidentes para la opinión pública.

Estas malquerencias han salido a la luz como resultado de las acciones emprendidas por quienes se han atrevido a autodenominarse parte de un Pacto Histórico por la nación. La reputación del progresismo se ha visto dañada por la asociación con individuos conocidos como «gestores de la paz». Estos sujetos no son una fuente fiable de orientación sobre cómo comportarse. Es imperativo que las acciones de quienes se dedican a actividades criminales, como el robo, el narcotráfico, la violación, y el ideario guerrillero, no se antepongan a las necesidades de la mayoría de los colombianos, que buscan un candidato que tenga un impacto positivo en el futuro del país. La izquierda colombiana vive un proceso gradual de desintegración y autodestrucción.

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