La violencia está desbordada en Colombia, más allá de la vana discusión en un término, homicidio colectivo o masacre, que tiene en el ojo del huracán al presidente Iván Duque Márquez, la dicertación debe estar entorno a los hechos conexos al fenómeno: las FARC y sus disidencias, el narcotráfico y la desatención estatal. Factores de incidencia social atizan lo que ahora ocurre en el marco fronterizo colombiano, la convergencia de actores internacionales y locales evidencia la ausencia de mano firme en la tan promocionada seguridad democrática; desición estatal para hacer frente al terrorismo es preocupante, fracciones al margen de la ley están ganando la partida e imponiendo su ley en las capas más jóvenes de la población colombiana, es lo que afirma el periodista, investigador y coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de Pulzo.com titulada «Violencia enquistada en el colectivo colombiano» y que se amplía en el podcast «Panorama Digital».

Coyuntura de hechos reiterativos enciende las alarmas gubernamentales y sociales, pero a su vez agudiza la profunda polarización ideológica entre las corrientes extremas de izquierda y derecha. El panorama llama a preguntar ¿qué está pasando? ¿Cuál es la solución? ¿Qué vamos a hacer en medio de la pandemia, la crisis sanitaria y el atolladero económico? Multiplicidad de factores enmanta la percepción de seguridad en Colombia, recrudecimiento de la violencia, en zonas marginales, conexo a la implementación de los Acuerdos de Paz tiene una arista de grandes proporciones en el narcotráfico y las disidencias guerrilleras. Craso error es pensar que toda la culpa se ciñe a un gobierno particular y no al actuar de años de una clase política que con sus acciones profundiza las desigualdades al interior del colectivo nacional.

Lejano a un tema de sensación, los hechos son reales y preocupa el que se quiera minimizar lo que realmente está ocurriendo en las poblaciones vulnerables del país, múltiples asesinatos imponen el régimen del temor que se creía había quedado atrás con la “desmovilización” de las FARC. Los colombianos están en un entorno en el que parece se perdió el libre derecho a la opinión, la movilidad y el libre desarrollo de la cotidianidad. Los acosos, amenazas o difamaciones están a la orden del día, división ideológica raya en extremo y acrecienta el infame dolor de las víctimas.

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