Turbulencia que encendió su presidente, Gustavo Francisco Petro Urrego, confrontando todos los estamentos institucionales, y las ramas del poder público, exalta los ánimos e incertidumbres de los colombianos. Imposición de ideas, sobre la concertación, vanidad ególatra con resentimiento que acompaña a su mandatario, hace temer por la idea de una Asamblea Nacional Constituyente y la configuración de una dictadura defendida por fuerzas extremas al margen de la ley. Entorno enrarecido, con ánimos exaltados, de las masas populares acrecienta la crisis social de un colectivo que fijo las esperanzas y confió ciegamente en el gobierno del cambio, instancia gubernamental que paso a paso defrauda a su electorado y demuestra que no está tan distante de lo que ocurrió en Venezuela, Nicaragua, Perú y Argentina por solo mencionar algunos. Lección grande dio Chile en los últimos días que mostró cómo el constituyente primario tiene en sus manos el cómo revertir el camino y corregir un error claramente cometido, es lo que afirma el periodista-coaching-investigador digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de Alponiente.com que esta semana tituló «Gustavo, el emperador» y amplía en el podcast «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio delirios de grandeza, resentimientos innatos que acompañan a su presidente, son la base de un delirio de persecución de quien sueña la constitución de un imperio que le permita ser el monarca soberano, siempre adulado por los lacayos populares. Choque de trenes que propició el ejecutivo, ahora con la rama judicial, es la consecuencia de haber dado poder a un activista ideologizado que dejó las armas, y usó la democracia, para hacerse a un cargo para el que no es idóneo. Gustavo Francisco Petro Urrego, y su equipo de gobierno, lejos están de hallarse capacitados y mostrarse a la altura de las necesidades técnicas y académicas de la dignidad que ostentan. Salidas en falso de su mandatario, cada día, crean incertidumbre y ponen a tambalear la democracia, inestabilidad mental que sustenta la mitomanía, cambio de parecer permanente de su presidente, es el que pone en riesgo a Colombia.

Justicia y equidad social que sirvió de narrativa para llegar a la victoria en las urnas se desdibuja con cada una de las reformas que se quieren imponer, y cuyo interés no es la sociedad sino hacer política para dominar, en todos los territorios, tras las elecciones de octubre. Irrespeto a la inteligencia de los colombianos es la tergiversación de los hechos que pregona en el discurso su mandatario, inducir al error posando de víctima parece ser la estrategia para justificar sus comportamientos, en este caso desconocer la separación de poderes. Improcedente es que siga tomando carrera que los corruptos y bandidos se postulen a una corporación pública en busca de asegurar impunidad, y de paso ayudar a sus amigos delincuentes.

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