Los reiterados ataques de su presidente a sus opositores, a los que califica de «extrema derecha», contribuyen a aumentar las tensiones y revelan una estrategia que se desarrolla desde la izquierda. Colombia se encuentra en un momento crítico. Si las lecciones aprendidas no se incorporan a un nuevo ideario y no se reconstruye el camino, tendrá que aceptar que el poder público legitime la solución de las diferencias por las vías de hecho. La problemática social y política por la que atraviesa Gustavo Francisco Petro Urrego no puede ser soslayada ni ignorada. Uno de los pilares fundamentales de una sociedad civilizada es garantizar la libertad de expresión y respetar la diversidad de opiniones. Por ello, es importante evitar radicalizar y manipular a la ciudadanía, como lo hace el progresismo socialista promulgado por la izquierda en Colombia. Es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «Manifestación Popular» y amplía en el podcast «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio el inconformismo es una tendencia creciente en todo el país. Los extremos ideológicos alimentan esta tendencia, con convocatorias a marchas que tendrán lugar sin medir las consecuencias. Faltan esfuerzos para encauzar la protesta social hacia el diálogo constructivo y el entendimiento. La población colombiana se prepara para vivir una vez más los trastornos que causan las protestas y el vandalismo en los principales puntos del país. Será difícil mantener un diálogo constructivo si Gustavo Francisco Petro Urrego, y sus fanáticos aduladores, no reconocen que los procesos democráticos no avanzan mediante una retórica divisiva, sino mediante el respeto a las instituciones establecidas. Por un lado, desde la izquierda se pide que se apoye a su presidente ante la acusación del CNE de violar los topes de campaña. Por otro, la oposición convoca el 17 de noviembre, para manifestarse contra su mandatario, poner de relieve los abusos del Pacto Histórico en el poder y llamar la atención sobre los problemas del hambre, la falta de medicinas y una población que pierde rápidamente la esperanza.

La fragmentación de un colectivo que refuerza las divergencias de una sociedad polarizada; la constitución de una ciudadanía dividida en dos grupos opuestos, fracturada e incapaz de encontrar un término medio o de aceptar las diferencias que constituyen su esencia. La consecución de la paz en Colombia depende del establecimiento de un sistema democrático sólido que pueda definir eficazmente los límites, abordar las discrepancias y orientar la agenda social del país. El panorama es complejo; el llamado a permanecer en las calles probablemente resultará en un paro cívico nacional que tendrá un efecto desestabilizador sobre el gobierno y su narrativa de cambio.

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