Nicolás Maduro Moros y el régimen venezolano serán recordados como un usurpador que se mantuvo en el poder a través de un proceso claramente fraudulento. Un crimen democrático del que se extravió la confianza de millones de venezolanos. El desenlace no fue inesperado. Quienes conocían la situación eran conscientes de que se trataba de un escenario probable, dada la naturaleza de las tácticas empleadas por los regímenes autoritarios que se presentan como democráticos. Su objetivo es mantener el control por todos los medios. La inminente desaparición de la democracia en el país vecino llama a Colombia a actuar con cautela y evitar que quienes abogan por una asamblea constituyente, un órgano electoral único, el fast-track y las reformas del cambio instauren una dictadura. Es evidente que la implantación del progresismo socialista ha provocado un deterioro de las condiciones socioeconómicas en América Latina. Es imperativo que estas naciones no acepten la perpetuación de una dictadura cada vez más totalitaria mediante el aval de un resultado amañado. Esto es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «Realidad en el espejo» y amplía en el podcast «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio La situación en Venezuela ofrece un caso convincente para que Colombia reflexione sobre su propia trayectoria. Las acciones de Nicolás Maduro Moros son un espejo de las de Gustavo Francisco Petro Urrego y el progresismo socialista, hechos que se desencadenarán en 2026. Quienes se resistan a aceptar las advertencias sobre el gobierno del cambio deben saber que han sido debidamente notificados. La situación en la República Bolivariana de Venezuela ha llegado a un punto de no retorno, situación coyuntural a la que siempre se supo podían llegar. Con el paso del tiempo, la población mundial observará si la comunidad internacional se convierte en cómplice de la consolidación de la dictadura en el país vecino.

Lo que hoy se observa en Venezuela es la corrosión demagógica de una ideología de derecha neoliberal, que propugna un falso discurso de dignidad y solidaridad, que se ha hecho cada vez más evidente. Una falsa narrativa de cambio que se ha calcado e instalado en Colombia, donde los defensores del Pacto Histórico ya fomentan un clima de odio y resentimiento hacia los opositores, aquellos que llaman la oligarquía terrateniente, el sector productivo, los banqueros y quienes tienen perspectivas diferentes a las social progresistas. La situación actual en Venezuela está provocando una crisis migratoria sin precedentes en América Latina. Muchos ciudadanos ya se han ido y seguirán emigrando en busca de oportunidades en el exterior, mientras el gobierno de izquierda explota sus recursos y manipula el proceso electoral. La situación es compleja y afecta a varios países de la región.

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