Oscuro panorama se tiende sobre su presidente y la familia que vive por estos días en la Casa de Nariño, captura de Nicolás Petro Burgos es la confirmación del dudoso proceder del hijo de Gustavo Francisco Petro Urrego. Dineros ilícitos, alianzas cuestionables, que se imputan al primogénito de Petrona Urrego siembran incógnita sobre lo que verdaderamente pasó con la campaña en la costa, y qué tan apartado estaba su mandatario de ello. El escándalo teje un margen de maniobrabilidad política bastante complejo para la agenda gubernamental y las reformas que deben hacer su tránsito en este segundo semestre. Las elecciones de octubre serán el termómetro de lo que está por venir para la izquierda en el poder, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en Alponiente.com que esta semana tituló «Nicolás.. ¡para atrás!» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio dice el adagio popular: “lo que se hereda no se hurta”. Conmoción que generó la captura del hijo de su presidente, propicia reacciones de todo tipo, hiere susceptibilidades, pero no puede minimizar lo que trae por detrás: imputación de los delitos de lavado de activos y enriquecimiento ilícito conexos a la campaña de 2022. Gustavo Francisco Petro Urrego se encuentra hoy al frente del golpe político más estratégico frente a su gobierno. En menos de un año, su mandatario, ha tenido que sortear más de una tormenta, pero esta es la de mayor coyuntura dado que trasciende lo gubernamental y se constituye en un drama personal para él y su familia.
Show mediático que trajo consigo la noticia bomba del fin de semana, y las reacciones que se han desencadenado frente a la detención del diputado del Atlántico, Nicolás Petro Burgos, y su exesposa, Day Vázquez, es la materialización de la inmoralidad que se ha tomado el ejercicio de la política, y la normalización del comportamiento inapropiado, al interior del colectivo social. A parte de ideologías, análisis paralelos con hijos de otros burgomaestres, ambos contravinieron la ley y deben responder ante la justicia. Oscuro panorama, que se tiende sobre Colombia, siembra una fuerte incógnita sobre la sagacidad de su presidente para sacar adelante la gestión y no sucumbir en los próximos años con un gobierno a la defensiva y un país estancado. Barco a la deriva, que capitanea Petro Urrego, lo tiene absorto haciendo el quite a las tormentas, políticas y personales, que atomizan la gobernabilidad con líos judiciales, crisis mediáticas y una agenda legislativa fracasada.