Significado de austeridad parece estar revaluado, por los actores del cambio, en el gobierno que es comandado por Gustavo Francisco Petro Urrego. Denuncias del uso de los recursos públicos para beneficio propio, atomizan la confianza sobre su vicepresidenta y las indelicadezas que comete con los helicópteros y comitivas que la acompañan. Gasto desbordado en momentos de crisis exalta los ánimos de una masa popular que encuentra serias incongruencias entre lo que se tuvo como discurso en campaña y lo que ahora se hace en el ejercicio del poder. Fácil fue criticar y difícil le resulta gobernar a la fuerza progresista que desde su incapacidad de gestión conduce a Colombia a una hecatombe política, económica y social, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching, Andres Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «Austeridad progresista» y amplía en el podcast «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio gastos desbordados del gobierno del cambio no son consecuentes con la profunda crisis económica y social que afronta Colombia. Discurso que se pregonó en campaña, a favor de los “nadies”, quedó atrás y ahora se rondan niveles de corrupción que no se veían desde los años 90. “El que no ha visto a Dios cuando lo hace se espanta”, adagio que aplica perfectamente a las acciones mezquinas de su vicepresidenta que han costado 2.869 millones del erario, o los paseos burocráticos de su primera dama que se totalizaron en $32.395.322 por concepto de viáticos. Desventaja que decían tener, frente a las clases favorecidas, les avala ahora el utilizar los medios del estado para beneficio propio, una por ser elegida a través del voto popular y la otra por el simple hecho de ser la esposa de su mandatario

Complejo de inferioridad que atormenta a los militantes de la izquierda colombiana saca a flote sus delirios de persecución, e intentan defender lo indefendible. Sentimientos de indignidad que se han cultivado entorno al color de piel, el nivel educativo, y las diferencias de clases, parece que les hace creerse falsamente intocables y con derecho a aprovecharse de la posición circunstancial que han alcanzado. Despilfarro, que acompaña a quienes hacen parte del pacto histórico por Colombia, denota que la apariencia que quieren guardar no les alcanza para ocultar la esencia que los constituye, cultivo de sentimientos de ignominia que se diluyen con la llegada al poder y evidenciar que son iguales o peores a los que tanto criticaron por años.

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