Crisis institucional, que propició en los últimos días Gustavo Francisco Petro Urrego, es el intento desesperado por desviar la atención de las investigaciones que se siguen a los fieles alfiles del progresismo socialista en Colombia. Choque con la Fiscalía y la Procuraduría develan que se están pisando callos de la izquierda que pueden sacar a la luz pública comportamientos non-santos que riñen con la pulcritud que dice profesar su presidente. Transgresión de la línea ética, que se está naturalizando por parte de la izquierda, preocupa por lo que está por venir en la nación y aquello que se teje rozando los límites entre la democracia y una dictadura. Intervención que ahora se invoca de la CIDH solo traerá más polarización y atizará las diferencias de quienes poco y nada creen en ese organismo multilateral claramente ideologizado, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión que esta semana tituló «Trastorno delirante» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD Barrios Rubio delirio de persecución que asalta a Gustavo Francisco Petro Urrego, por estos días, es la materialización del miedo que él tiene a la justicia como base de la convivencia y la democracia. Respeto y unidad que debe existir en el país es vulnerado por un eje ideológico que desde la izquierda exalta los ánimos y busca imponer división. Tormenta política que desató su mandatario al llamar a preparar jornadas de movilización para defender el voto popular, denotan que él olvida que tiene como primer deber respetar la ley y la Constitución. Narrativa de violencia, que se desprende del discurso de su presidente, alienta el odio ciudadano frente al conjunto de reglas expresadas en las leyes, las normas de conducta y los procedimientos coherentes bajo la ética y la moralidad pública.
El irrespeto selectivo, y conveniente, de Gustavo Francisco Petro Urrego frente a la institucionalidad se camufla en una alucinación de golpe de estado. Razones de peso que tienen, los organismos de vigilancia y control, para emprender acciones jurídicas contra quienes violaron la norma, y el concepto de ética, son totalmente desconocidas por quien está a la cacería de disculpas que le permitan esconder su incapacidad gestora. Ruptura institucional que se quiere vender desde la izquierda es el caos perfecto para invisibilizar que a Gustavo Francisco Petro Urrego lo frenan, en el ejercicio del poder, única y exclusivamente tres factores: el correcto funcionamiento de algunos contrapesos del estado; el que se haga visible, con pruebas y argumentos, sus mentiras; y su propia ineptitud, y la de sus alfiles, que se trasluce en la corrupción que los rodea.