Finaliza un gobierno que queda con múltiples deudas políticas, económicas y sociales frente a la nación, una administración de Iván Duque Márquez que pasará a la historia por ser el punto de cambio, de divergencia frente a la concepción del estado. Un entorno en donde se prometió mucho en campaña y se cumplió poco en las acciones de gobierno, si bien hay mucha culpa en sus acciones desde la limitación política, la inexperiencia, también hay que reconocer que no fue fácil afrontar las objeciones a la JEP, mucho menos hacer frente al reagrupamiento de unas disidencias frente al proceso de paz, instituciones que fueron creadas más para hacer el bien a los grupos al margen de la ley que juzgar a quien corresponde en el marco del conflicto, elementos que llevan a pensar también en la pandemia, la reactivación económica y una nueva normalidad; es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en Pulzo.com que esta semana tituló «Ejercicio del poder» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio “Duque pavimentó el camino que llevó a la oposición al gobierno”, verdad de apuño que enaltecieron los comunes, pero que tiene tanto de largo como de ancho. En la historia democrática de los colombianos quedará inscrito que fue en 2022 cuando se dio un giro de 180º en la concepción política, económica y social de país, pronunciamiento del constituyente primario, en las urnas, que debe ser analizado desde los detonantes que condujeron a esa expresión de cambio. Sobre los hombros de Iván Duque Márquez siempre pesará el estallido de una bomba social, sin precedentes, que evidenció la falta de preparación y experiencia de un novel político que sucumbió ante las dificultades y dejó con múltiples deudas a la casta dirigencial que profesa la ideología de extrema derecha.
La inexperiencia en cargos públicos, del ungido del uribismo, tiene en su haber inconmesurables errores que invisibilizan los escasos aciertos que deja la administración de quien conquistó lo que se creía imposible, consolidar un gobierno con peores índices de reputación a los propiciados por Andrés Pastrana Arango y Ernesto Samper Pizano en su momento. Ambiente de polarización, en el que circundó aquel político que sin preparación se encontró con la presidencia de Colombia, demarcó una compleja agenda de problemas económicos y sociales que excitó el inconformismo de una nación de extremos que llevó al reduccionismo, emocional y racional, el proceso de paz y su implementación, transitó las afugias de la pandemia y solidificó el errático proceder dirigencial que acompañó la construcción de una nueva normalidad.