Pasan los días y la contienda electoral colombiana va tomando unos tintes muy interesantes, candidaturas al Congreso de la República hacen parte del paisaje y pasan inadvertidas para los ciudadanos frente a lo que viene ocurriendo en las aspiraciones a la presidencia de la nación. De izquierda, centro y derecha se da de qué hablar, se dice mucho de lo que tienen esos personajes en su fuero interno, pero también en el respeto hacia el ciudadano: borracheras, infidelidades, indelicadezas políticas, económicas y sociales, señalamientos entre unos y otros, palabras de bandido que enlodan lo que ocurre al interior de una colectividad. Se está al frente de un escenario en el cual la población tiene que abrir bien el ojo, ser consciente de la responsabilidad que le asiste en el mes de marzo, en el mes de mayo y en el mes de junio donde se define el futuro de los colombianos, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio en la columna de opinión en Pulzo.com que esta semana tituló «Dinámica del mal» y amplía en el podcast «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio en el país se desdibujó el concepto de ética y responsabilidad, ADN social de los colombianos está cundido de envidia, malas energías y aventajados. La indiferencia de muchos, ante lo realmente importante, denota que al colombiano se le olvidó ser un buen ciudadano, un buen vecino y pensar en el bienestar colectivo. El país se ha vuelto una salvajada, a diario hacen parte de la agenda informativa múltiples cosas que el sentido común llama a repudiarlas por el dolor de patria que despierta en todos, pero tristemente no se actúa para solucionarlo. La medicina que ataja la propagación del mal, que está circundando a Colombia, está en la mano de cada ciudadano, aprender a elegir a los dirigentes y ejercer responsablemente el sagrado derecho al voto en los comicios de marzo, mayo y junio en este 2.022.

La nación está acorralada frente a la delincuencia y una política plagada de candidatos salpicados en escándalos de corrupción, enriquecimiento ilícito, infidelidades, plagios, borracheras en plaza pública y miles de bajezas más de oscuros sujetos que engañan a los colombianos a través de fantásticos discursos demagógicos. El imaginario colectivo está siendo manejado magistralmente por un periodismo militante que atomiza cada vez más su credibilidad siendo caja de resonancia y dando relevancia a la palabra de criminales -indultados, fugados, refugiados, o sometidos a la justicia- que, sin entregar una sola prueba, a las autoridades competentes, enlodan el buen nombre, reputación de los demás, y fungen de adalides de la moral.

Lea la columna completa acá.

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