Las cartas están sobre la mesa, el juego está servido, este domingo los colombianos tienen la decisión democrática más importante de su historia. Dos alternativas, dos opciones, que han demostrado lo que está por venir, un Pacto histórico que ha develado la estrategia non-sancta que lo acompaña, las particularidades en la forma de actuar y proceder que quedaron en evidencia al país a través de unos vídeos; otra alternativa que se ha ocultado, se ha negado a hablar, pero que tranquiliza más el sistema económico, político y social de la nación. Entorno que lleva a pensar muy bien el voto, a decidir de cara al futuro y las nuevas generaciones, un país que debe mantener un sistema democrático como lo ha caracterizado, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en Pulzo.com que esta semana tituló «La hora de la verdad» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio Colombia llega al cierre de una campaña presidencial en la que se tocó fondo, afán por hacerse al poder denota que la ética no existe en el ejercicio de la política. Ausencia de normas y límites, que se observa en la casta dirigencial de la nación, es el reflejo de lo que somos como sociedad, principio en el que el fin justifica los medios es la consecuencia de normalizar los exabruptos comportamentales desde los colegios: tan grave es lo que trasciende en el carrusel de la contratación como lo que se cohonesta al avalar a quienes, en la educación escolar, venden y compran trabajos a través de WhatsApp; atenuar los casos de corrupción como naturalizar que se compartan, entre alumnos y cursos, las respuestas de los exámenes en dispositivos digitales; o mitigar la bajeza de lo visto en los “petrovideos”, como se modera la actitud de los estudiantes que se amangualan para mancillar la reputación de una profesora que reprime su pésimo proceder.
La coherencia del mal, que se propaga como boomerang en el colectivo colombiano, exalta la mezquindad de quienes tratan de revertir lo evidente, victimizándose y negando lo que lejos está de ser sacado de contexto. Peor enemigo de la izquierda, y el pacto histórico que se propone para Colombia, son los propios seguidores de Gustavo Francisco Petro Urrego. Envalentonar, desde 2019, bandas juveniles que se constituyeron en primeras líneas para propagar el odio que infunde el temor que hoy cunde en las grandes ciudades, es directamente proporcional con las bodegas digitales que se armaron para ejecutar, en esta campaña, la nefasta estrategia de ataques que degradaran moralmente al contrario con calumnias que transgredieron los derechos de la honra y el buen nombre de los opositores.