Bueno es culantro, pero no tanto, ni tanto que queme al santo, ni tampoco que no lo alumbre, libre derecho a la protesta, la manifestación pública, no puede transgredir el límite de la coherencia y el respeto por la diferencia; lo que hoy ocurre en la mal llamada primera línea de la protesta es preocupante, está siendo foco de células urbanas que ya cruzaron el límite de la violencia guerrillera o paramilitar que tanto a aquejado a Colombia. Es increíble el apoyo que vienen a brindar fuerzas políticas para atizar la diferencia, la radicalización, que está caracterizando a la masa protestante; lo que inició como una alternativa de cambio, que debe ser tramitada a través del legislativo, hoy se lleva a las vías de hecho y perdió toda capacidad de negociación. Hay que ejercer mano fuerte, firme, frente a hechos de violencia, secuestro, extorsión, como se están viendo en pequeñas bandas de microtráfico que se han constituido en los portales de Transmilenio, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de Pulzo.com «Primera línea» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio el vandalismo, destrucción y caos que acompaña el peligroso lenguaje de la masa protestante sistematiza el terrorismo urbano que hace tremendo daño a la democracia. División y desigualdad de la derecha, egocentrismo y hambre de poder de la izquierda, son foco de un peligroso entorno de células ciudadanas que escudan su ideología de desestabilización en la piedra, la capucha y la incoherencia que se apoderó de las calles ante la laxitud de mano firme por parte de la autoridad gubernamental y la fuerza pública colombiana.
Conmoción social se materializó en la impunidad que da licencia para destruir, extorsionar, restringir la movilidad, acabar con el transporte público, atentar contra la vida y arruinar los bienes públicos y privados; estandarte de campaña política que quieren emplear quienes, en antología al amor que dicen promulgar, representan la anarquía y el caos que acompaña a esos sujetos que quieren fungir como mártires de un pacto histórico que lucha por una Colombia humana. Frente del horror que pide no estigmatizar a los jóvenes y clama por el respeto a los derechos humanos, mientras los viola flagrantemente, dejó ver que lejos de ser una fuerza pacifista, lo que se tiene en la vía pública es un plan para perturbar el orden desde la financiación de fuerzas oscuras, de la filosofía de izquierda, que quiere traer a la nación el socialismo del siglo XXI.