Estrategia de perdón social que se comenzó a tejer en las cárceles colombianas en medio de la campaña electoral comienza a tener piso en las acciones del gobierno, ley de pequeñas causas, acuerdos con los grupos guerrilleros, atracción a diversos delincuentes, bandidos de cuello blanco y de calle, es lo que enciende las alarmas frente a propuestas que van conexas a la modificación de la Policía, la desaparición del ESMAD, y el replanteamiento de la cúpula militar. Se está al frente de un entorno que genera más dudas que certidumbres frente a lo que será política de seguridad, una táctica similar a la que empleó hace algunos años Hugo Chávez en Venezuela para atraer fuerzas del orden que sean conexas a los interesas de la izquierda democrática colombiana. La espiral social que circunda el país llama a cuestionar qué está pasando con la seguridad y los planes de cara a futuro, es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en Pulzo.com que esta semana tituló «Paz total, ¿A qué costo?» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio sapos que se quedan atragantados, y difícilmente se podrán asimilar, son los que se develan en el desesperado intento de delinear la consecución de una paz total. Apuesta de su presidente en cada uno de los frentes del gobierno revelan que en Colombia está pasando exactamente lo mismo que ya se vivió en Venezuela, Argentina, Perú y Chile, libreto de socialismo demócrata que a gran velocidad se impone y deja entrever que se acabará con todo muy rápido. Afán de los partidos tradicionales por no perder burocracia conlleva a que los sectores políticos se vendan al mejor postor, ansias de poder que se sacian sin ver el peligro que representa el idolatrar a un cacique de barro que desde el discurso populista capta incautos e impone rutas sin retorno aparente.
El país está al frente de un clima de tensión en el que muchos atónitos observan cómo su mandatario, antes que solucionar los problemas coyunturales de la nación, busca congraciarse con actores non-santos impulsando la impunidad, la excarcelación, y la legalización de fortunas, brindando garantías a los delincuentes y los criminales, pasando por encima de las garantías que se deben brindar a los honestos ciudadanos que cumplen la ley. En Colombia sigue ganando terreno la cultura de la victimización y toma carrera la mendicidad como proyecto de vida para las nuevas generaciones, la fijación de estereotipos en los que las capas jóvenes de la población asumen como propia la creencia de deudas históricas de la sociedad con diferentes grupos poblacionales, inconformismo que atiza la polarización y conduce a un entorno que solo traerá consigo la generación de pobreza y miseria.