Resulta preocupante para Colombia seguir el camino del progresismo encarnado en Iván Cepeda Castro, un individuo que, bajo el pretexto de la defensa de los derechos humanos, ha creado un relato de odio, venganza y división. Su voz, que pretende erigirse como la conciencia moral del petrismo, en realidad representa el eco de una ideología que busca reescribir la historia y absolver a los victimarios en nombre de la paz. Cepeda personifica la faceta más radical de un progresismo que no edifica, sino que destruye; que no reconcilia, sino que enfrenta; que no perdona, sino que condena. Ciertamente, adherirse a su modelo político conllevaría una condena del país a un ciclo interminable de resentimiento y fractura nacional. Es lo que afirma el periodista-investigador-consultor en comunicación y marketing digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «El progresismo encarnado en Iván Cepeda Castro» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio el progresismo colombiano ha encontrado en Iván Cepeda Castro uno de sus rostros más visibles y, a la vez, más controvertidos. Iván Cepeda Castro se ha erigido como un defensor acérrimo de causas que abarcan desde la justicia social hasta la reivindicación ideológica. Sin embargo, su postura ha generado tensiones que han profundizado las divisiones del país, bajo el discurso de la paz y los derechos humanos. En su figura se evidencia el dilema de un progresismo que, en lugar de propiciar la reconciliación, ha optado por la polarización como estrategia de poder. A pesar de los esfuerzos de Iván Cepeda Castro por presentarse como un político moderado, defensor de los derechos humanos y promotor del diálogo nacional, la historia y la reputación del político progresista siguen siendo objeto de escrutinio en Colombia.
Su narrativa actual, revestida de un supuesto equilibrio moral, se estrella con la memoria colectiva de un país que ha visto cómo, durante años, ha ejercido una férrea defensa de quienes, con las armas, sembraron dolor y desolación bajo el emblema de las FARC. Su trayectoria refleja el pensamiento de una izquierda reacia a evolucionar y el peligro de una visión del Estado fundamentada en el resentimiento, la venganza y la manipulación del pasado. Resulta imposible separar el nombre de Iván Cepeda Castro del entramado político e ideológico que buscó legitimar, tanto por vías judiciales como discursivas, el actuar de los ex cabecillas de las FARC.