El gobierno del cambio avanza, pero la búsqueda de una paz total ha conducido inadvertidamente a un aumento de la actividad criminal. A quienes han perdido a seres queridos en masacres, tomas guerrilleras y pescas milagrosas les preocupa que la izquierda se centre en gestos simbólicos y no en la rendición de cuentas de los culpables. La glorificación del perdón y el olvido demuestra que la búsqueda de la paz es un aspecto vulnerable de la estrategia política del progresismo. Se ha producido un notable aumento de los incidentes violentos en todo el país, lo que sugiere que las autoridades no han dado prioridad a la seguridad y la estabilidad en todas las regiones. Doctrina que se quiso abanderar desde la campaña en 2022 solo devela la intención de seguir beneficiando guerrilleros sin ninguna condena y con curules en el legislativo. El comportamiento cantinflesco de su mandatario está llevando a afirmar que los criminales y sus representantes políticos son víctimas de la política social de la derecha. Esta es una narrativa falsa que ha ganado tracción debido a su repetición por aquellos con una agenda para distorsionar la verdad. Es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «La paz como discurso» y amplía en el Podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio como todo en el gobierno del cambio, las apuestas de su presidente funcionan muy bien en el discurso, pero en los hechos, en la acción y en la ejecución, ocurre todo lo contrario. La ideología se desmorona poco a poco ante la realidad, y la paz total es el mejor ejemplo de ello. La narrativa política de la izquierda, que pretende servir de excusa para prolongar un modelo que no ha conseguido garantizar una seguridad real, va camino del fracaso. El eje de la campaña ya en marcha para 2026 será la burla constante y previsible a los colombianos. Es predecible que la izquierda base su propuesta electoral en justificar su incapacidad para lograr la paz hablando de una «paz pendiente», mientras sigue creando oportunidades para que grupos como el ELN y las FARC se rearmen y perturben la estabilidad de las zonas rurales colombianas.
Sería imprudente convencer a la opinión pública de que la reelección del modelo marxista de Gustavo Francisco Petro Urrego es necesaria para alcanzar la paz total, dado que tal resultado es improbable. Además, promover una ideología guerrillera ligada al secuestro, el reclutamiento y las masacres no es una solución viable. La idealización del M-19 por parte de su mandatario es un claro indicio de que la búsqueda de la paz se ha visto comprometida. Es como desplumar una paloma y retorcerle el cuello, dejándola vulnerable a la explotación. El acuerdo alcanzado en La Habana por Juan Manuel Santos Calderón hace ocho años se ha celebrado como un triunfo, pero también es un duro recordatorio de los retos que quedan por delante. El acuerdo ha sido visto por algunos como un respaldo a la impunidad y a las acciones de individuos que han causado un daño significativo a la nación mediante el uso de la fuerza.