La contradicción toma carrera en el arte de la política, hoy se tiene un punto de vista, mañana tal vez, pasado quién sabe, al mes ni se acuerda, lo que hoy se hace, lo que queda en el escenario social, pero también en el ecosistema digital pasa factura de contado a la izquierda y a la derecha, un extremo radical que está invadiendo a Colombia y que llama a poner cuidado en la carrera electoral que se está próximo a cursar. Grave problema es que en el centro no hay mucho de dónde escoger, lugares comunes, propuestas tradicionales, y la búsqueda total de alianzas sin el menor sentido de quién se está aproximando a cada uno de los derroteros en un programa que todavía no se vislumbra claro. Un entorno que llama a decir ojo con “Las incoherencias del poder”, columna de Andrés Barrios Rubio en Pulzo.com y que amplía en el podcast «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio profundas divergencias vive Colombia con la mezquindad de la clase política y su arte discursivo para desviar la atención sobre lo coyuntural. Semana bastante agitada ha tenido el país en materia política, económica y social, definición del presupuesto para 2.022 recabó las incoherencias de los actores políticos de la nación. Jugaditas, micos, “mal interpretaciones” y contradicciones hacen parte de la agenda diaria de quienes rigen o aspiran administrar los destinos de los colombianos, antes que lagunas mentales de los gobernantes lo que se percibe en el ambiente es un juego estratégico cimentado en la pésima memoria de los ciudadanos.

Inoperancia del estado y la función pública torpedea la urgente necesidad de reactivar y dinamizar la economía en época de crisis, eje de campaña electoral que lejos está de atender las necesidades de ese 40%, o más, de los connacionales que se encuentra en condición de pobreza. Peligroso ataque a la democracia es el que están perpetrando los extremos ideológicos de derecha e izquierda en el país, tiro en el pie que se propinó el gobierno con su propósito de exterminar la ley de garantías, más que un contundente contrapunteo del político senador, que hace unos años era el hoy presidente, con él mismo ostentando la primera magistratura del estado, es el prototipo de un desespero por mantener el poder por parte de una corriente que sabe lo mal que ha ejercido la función pública.

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