El ataque de Gustavo Francisco Petro Urrego a los principios democráticos se hizo explícita con su declaración de guerra a la prensa. El papel del periodismo como fiscalizador, vigilante de la información, ha presentado un reto importante. Las acciones de su mandatario no están alineadas con los principios de rectitud y ética, lo que ha llevado a vaticinar que se avecinan «tiempos oscuros». Existe la preocupación de que el progresismo socialista de la izquierda política colombiana está buscando «destruir el país» y «mantenerse en el poder» a cualquier costo. Gustavo Francisco Petro Urrego se defiende afirmando que la prensa miente y que una parte de la sociedad es su enemiga. Esta respuesta es característica de una figura autoritaria que se inclina por la adulación, pero se resiste a entablar un debate ético riguroso cuando se enfrenta a la evidencia de deshonestidad, falta de objetividad y difusión de noticias falsas. Es lo que afirma el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de opinión en AlPoniente.com que esta semana tituló «Incomoda libertad de prensa» y amplía en el podcast «Panorama Digital».

Para el PhD. Barrios Rubio el odio visceral de Gustavo Francisco Petro Urrego contra la prensa colombiana es un claro indicio de su debilidad personal y de su desesperación, que pueden atribuirse a una falta de capacidad mental. La forma en que su presidente transmite desde hace tiempo su resentimiento a los jóvenes, a su familia y al pueblo colombiano en su conjunto tiene el efecto de socavar un principio democrático fundamental: la libertad. Los constantes ataques desde los micrófonos y la tribuna presidencial en las plataformas digitales tienen un impacto perjudicial en el proceso democrático. El uso de términos peyorativos como «muñecas de la mafia» o «cartel de la corbata» para calificar a los periodistas atenta contra el libre derecho del ejercicio profesional en la construcción de opinión pública.

Gustavo Francisco Petro Urrego se está acercando a un punto crítico en el que con sus acciones comienza a constituir una forma de gobierno autoritaria con tintes dictatoriales. Es evidente que su mandatario empieza a desconocer paulatinamente el principio fundamental consagrado en el artículo 20 de la Constitución Nacional: «Dentro de las fronteras de Colombia se garantiza a todas las personas la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, así como la de informar y recibir información veraz e imparcial». Los implacables ataques lanzados por su dignatario son una manifestación tangible del temor de la izquierda a que la verdad aflore frente a un gobierno corrupto y vinculado a actores inescrupulosos. Cuando se ataca y estigmatiza a la prensa por hacer su trabajo, que es informar a la opinión pública, queda clara la estrategia de Gustavo Francisco Petro Urrego para engañar a sus fanáticos seguidores y encubrir su ineptitud.

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