Manto de duda que se teje sobre el nombre de Piedad Córdoba es la ebullición, el estallido, de un secreto a voces que estaba atragantado en el colectivo social colombiano. “Supuesta” intervención humanitaria que mantuvo la dirigente liberal en conexidad con el gobierno venezolano deja entrever unos acuerdos, una vinculación irregular en determinados momentos de la política en el territorio colombiano. Elementos de señalamiento y cuestionamientos que hoy recaen sobre la candidata al Senado del Pacto Histórico se tejen también en las corrientes de centro y derecha, un entorno que salpica la política colombiana y llama a mirar qué está ocurriendo en esta campaña y lo que será el futuro de la nación. Puntos de acuerdo, puntos de desacuerdo, fueron tenidos en cuenta esta semana para la columna de opinión en Pulzo.com que el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, tituló «El que a la candela se arrima…» y amplía en el podcast Panorama Digital.
Para el PhD. Barrios Rubio normalización de los comportamientos non sanctos atizan los señalamientos y agudizan la crisis de credibilidad en la clase política colombiana. Lejos de una descontextualización de la realidad, los graves señalamientos que salen a flote, en medio de la campaña electoral, requieren de la acción inmediata de la justicia y un pronunciamiento claro, directo y firme de los implicados. Silencio ruidoso, e incómodo, que acompaña a la cabeza visible del movimiento ciudadano, de quien dice comandar un pacto histórico por Colombia, siembra serias dudas sobre un proyecto político que apuesta por un giro de 180º en el ejercicio del poder y la política social de la nación.
Escándalo de Piedad Córdoba, conexidad de movimientos y personajes cuestionados por sus nexos con las maquinarias electorales, la compra de votos y las cuotas burocráticas, radicalizan una contienda que, lejos de las propuestas que atiendan las necesidades del colectivo social, está enfrascada en una cacería de brujas que explota la rabia, exalta la corrupción, desata la violencia y aviva los odios para ahondar en la polarización que desvía la atención sobre lo verdaderamente importante, el futuro del país. Débiles alianzas que se han constituido en busca de una sólida aspiración que pueda atajar la ventaja que lleva una candidatura ejercida por 4 años desde el legislativo, en uso del estatuto de la oposición, sucumben ante las vanidades de ególatras políticos que solo se destacan por sus disputas internas y la tibieza de sus propuestas que no salen de lugares comunes.
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