Comportamiento visceral comienza a verse en cada una de las redes sociales y reacciones que se tienen a la posición pública de unos y otros frente a un candidato o una corriente ideológica, una diatriba que marca lo que será el camino electoral rumbo a 2.022. Intolerancia frente a lo que piensa, cree u opina una u otra corriente, el decir de un nombre icónico frente a una de las dos corrientes, múltiples seguidores, pero también diversos detractores que tienen derecho a disentir en lo que es el ejercicio democrático. Unificación de pensamiento y acción que no se puede llevar a la concreción como lo quiere uno de los estandartes de esta campaña, es lo que plantea el periodista-investigador-coaching digital, Andrés Barrios Rubio, en la columna de Pulzo.com que esta semana tituló «Odio recalcitrante» y amplía en el podcast «Panorama Digital».
Para el PhD. Barrios Rubio extremos ideológicos atizan el rencor y la intolerancia en el entramado político y social colombiano, discusión sustentada en el fanatismo caudillista que tanto daño hace. Procesos electorales de Ecuador y Perú, en los últimos días, encendieron derroteros de discusión social en las plataformas digitales, escena de múltiples memes, improperios y descalificaciones, pero pocas palabras constructivas que permitan fortalecer la democracia colombiana. Edificación de alianzas electorales de momento, tan sólidas como un castillo de naipes, que en la izquierda son liderados por una figura desgastada con enorme número de seguidores, pero a su vez diversos detractores, incluso en su misma corriente de concepción política.
Versión degradada de la idea de nación que se sustenta en denigrar del adversario sin asumir los desastres, propios de cada uno, que se tienen por resolver; cultura del totalitarismo que busca imponer un modelo de “supuestos cambios” alrededor de personajes que son foco del clima de odios y violencia que tanto aqueja al país. Discurso plagado de dudas y demagogias de aquellos que veneran a quienes se creen próceres salvadores de Colombia, obcecación que menoscaba la armonía del colectivo e impone una visión sesgada de la sociedad; endogamia conceptual que busca unificar el pensamiento sin tolerar la divergencia o insurrección filosófica.